A pesar de ser el problema refractario ocular más común entre las personas, el astigmatismo es, de hecho, una de las enfermedades menos comprendidas.
Podría decirse que el astigmatismo es una mezcla de la miopía con la hipermetropía: Es decir, la dificultad para enfocar objetos de lejos y de cerca.
Y la razón es la misma que la de las otras condiciones, una anomalía en la curvatura de la córnea que no permite que la luz se refleje correctamente, por lo que llega a varios puntos de la retina.
¿Por qué se produce?
El astigmatismo es una condición genética y, al igual que la miopía, es de nacimiento y puede mantenerse o empeorar con el tiempo.
Además, dependiendo del paciente, su agudeza visual o tipo de astigmatismo, puede que al paciente le tome más tiempo percibir los síntomas.
¿Y cuáles son los síntomas del astigmatismo?
El más común es la tendencia a distorsionar las imágenes que vemos tanto de lejos como de cerca.
Es por eso que, aunque no lo percibamos desde un inicio al enfocar, es más común sufrir dolores de cabeza, mareos, molestias oculares o fatiga de la vista.
Así que si sufres de estos síntomas, te recomendamos visitar a un oftalmólogo.
¿Cómo se trata el astigmatismo?
Actualmente existen tres formas de contrarrestrar el astigmatismo: El uso de anteojos, los lentes de contacto y la cirugía Lasik.
El último es un tratamiento de 15 minutos que permite dejar los lentes de cualquier tipo, eliminando así las incomodidades de su uso.
Recuerda que no todos pueden acceder a este último tratamiento y es necesario que el oftalmólogo te revise antes.