Según los expertos, no hay una edad mínima o máxima recomendada para usar lentes de contacto. Sin embargo, la pregunta que surge a continuación es si un niño está realmente preparado para cuidar y conservar de forma correcta los lentes de contacto.
¿Está su hijo preparado para asumir esa responsabilidad? Es una interrogante que cada padre debe hacerse al saber que su hijo presenta algún cuadro de alteración ocular que implique la utilización de anteojos.
Lo primero que se debe hacer es conversar con el oftalmólogo y que aconseje a la familia en este aspecto en base a lo que él observa sobre la madurez del niño y otros aspectos relacionados. En segundo lugar, es importante conversar con el propio niño sobre sus deseos, si quiere lentillas y por qué y si es capaz realmente de asumir la obligación de darle los cuidados adecuados diariamente.
Por último, la propia intuición de padres siempre será asertiva. Finalmente, son ellos quienes conocen en mayor medida al niño y saben con mayor precisión si el niño es apto para utilizar lentes de contacto a su edad. También, debemos preguntarnos por qué surge la necesidad de la utilización de lentes de contacto, conocer las motivaciones del niño que lo llevan a querer buscar alternativas a los anteojos ópticos a temprana edad.
¿Quiere llevar lentes de contacto para practicar mejor algún deporte? Si se trata de una cuestión puramente estética, considere la posibilidad de charlar con él o ella sobre algún problema que pueda estar atravesando o sobre una posible presión por parte de sus amigos que le esté llevando a tomar esa decisión.
Cualquiera sea la decisión que tomen en familia, es importante que sea concienzudamente para así evitar derroches innecesarios de dinero y problemas oculares derivados de la no utilización de anteojos por incomodidad o molestia de los mismos.