De seguro te has preguntado la razón por la que existen algunas zonas en el cuerpo que, a primera vista, parecieran no tener mucha importancia. Una de estas son las pestañas, un arco de pelos gruesos que se ubican en el arco del párpado, en la zona exterior del ojo.
Estas presentan una composición similar a la de cualquier vello corporal: son folículos formados de queratina, lo que les aporta fuerza y flexibilidad al mismo tiempo. Estos tienden a crecer y a madurar, por lo que es normal que con el tiempo caigan, aunque no en exceso.
En promedio serían unas 200 pestañas en la zona superior y otras 80 en la zona inferior, las que tienen una importante misión, aunque parecieran sólo un adorno.
Y es que los ojos son una de las zonas más sensibles del cuerpo. Esto, porque pueden ser dañados gravemente por el sol, el polvo e incluso la propia sudoración corporal, que de momentos tiende a correr por el rostro.
Por lo demás, el globo ocular es el principal órgano en el proceso de producción de la vista.
En concreto, las pestañas son consideradas un escudo para el ojo por tres razones principales:
- Impiden la entrada de cualquier agente externo al globo ocular: Polvo, tierra, arena, y cualquier otro material que circule en el ambiente.
- Ayudan a filtrar la luz solar, evitando irritaciones.
Evitan la entrada de agentes biológicos que podrían dañar el globo ocular, como bacterias.