Además del impacto del tabaco en el desarrollo de enfermedades oculares, el humo produce irritación de los ojos y empeora el síndrome del ojo seco.
La visión es uno de los cinco sentidos con los que cuenta el ser humano, y desempeña un papel crucial, como demuestra el hecho de que la discapacidad visual se posiciona como uno de los principales problemas de salud pública en el mundo. De acuerdo con los datos hechos públicos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 2.200 millones de personas presentan algún tipo de problema que afecta a su visión. De ellos, 1.000 millones sufren un deterioro en su capacidad visual que podría haberse evitado o un problema que todavía no se ha abordado.
La mayoría de los casos de ceguera y discapacidad visual se deben a enfermedades oculares no transmisibles como las cataratas, retinopatía diabética, glaucoma y degeneración macular. La detección temprana y el correcto manejo de las condiciones de salud ocular pueden prevenir o minimizar la discapacidad visual y la ceguera.
La OMS advierte que el consumo de tabaco es un factor de riesgo para el desarrollo de problemas relacionados con la visión. No existe un nivel seguro de consumo de tabaco, que acaba con la vida de más de ocho millones de personas cada año. Se sabe que alrededor de 1,2 millones de estas muertes se deben al conocido como “humo de segunda mano”, es decir, el que reciben las personas que no fuman. La evidencia científica ha demostrado ya de forma significativa como el tabaco es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y, al menos, 20 tipos diferentes de cáncer.
Las sustancias nocivas presentes en el humo del tabaco que llegan hasta los pulmones pasan al torrente sanguíneo, desde donde llegan al resto de órganos, incluidos los ojos. Además del impacto del tabaco en el desarrollo de enfermedades oculares, el humo produce irritación de los ojos y empeora el síndrome del ojo seco, especialmente entre aquellos que utilizan lentes de contacto.
La OMS alerta de que el tabaquismo es el principal factor de riesgo modificable para el desarrollo y progresión de la degeneración macular. El tabaco genera una respuesta inflamatoria local y el humo de los cigarrillos es un fuerte oxidante. El estrés oxidativo es uno de los principales mecanismos asociados al tabaquismo y provoca daño en las estructuras de la retina, contribuyendo al desarrollo y progresión de la degeneración macular.
El estrés oxidativo relacionado con el tabaco también es un factor de riesgo para el desarrollo de cataratas. Diversos estudios han demostrado que fumar parece generar radicales libres que elevan el estrés oxidativo en el cristalino del ojo, reduciendo la concentración de plasma y antioxidantes, lo que inhibe la capacidad de desechar las proteínas dañadas. Las cataratas se desarrollan cuando estas proteínas se acumulan en el cristalino y provocan la pérdida de visión. Reciente evidencia sugiere que fumar también aumenta la incidencia del glaucoma.
Un estudio desarrollado por la Universidad de Cambridge ha demostrado que las personas que viven con un fumador durante al menos cinco años, tienen el doble de probabilidades de desarrollar degeneración macular. Otro estudio indica que los ambientes en los que la exposición al humo del tabaco es elevada pueden desempeñar un importante papel en la probabilidad de desarrollar enfermedades oculares.
Los beneficios que reporta dejar de fumar son casi inmediatos. A las dos semanas de haber abandonado el hábito, mejora la circulación y aumenta la función pulmonar. Dejar el tabaco mejora la salud de muchos órganos vitales y sistemas, como el cardiovascular y el respiratorio, lo que reduce significativamente el riesgo de desarrollar degeneración macular y otros problemas relacionados con la salud ocular.
Fuente: Con Salud