Otras de las lesiones más vistas en esta época son las conjuntivitis. Se trata de la inflamación de la conjuntiva del ojo, que es causada por virus o bacterias, pero también puede tener su origen en una reacción al exceso de cloro.
‘Las virósicas’ son muy sencillas de tratar y las queratoconjuntivitis se caracterizan por la alteración de la visión.
‘A todas llamamos conjuntivitis porque hay una irritación de todas las capas externas, pero hay que diferenciarlas porque cuando hay una alteración de la visión es porque ya está tomado el órgano transparente que es la córnea, y en esos casos el tratamiento es diferente’, indican los expertos. Los síntomas son el enrojecimiento de los ojos, la picazón, lagrimeo, sensación de pegoteo y molestia ante la luz. Es una patología muy contagiosa, por lo cual los que la padecen no deben bañarse en piscinas.
El cloro es un elemento químico que, por sus propiedades antisépticas, es imprescindible para desinfectar y limpiar las piscinas, sin embargo, estas mismas propiedades desinfectantes pueden provocar irritación en los ojos, en la piel y en las vías respiratorias.
Además, no hay que olvidar que el cloro no es el único elemento que puede contaminar el agua de la piscina: las cremas solares, desodorantes, el sudor, la saliva, la orina, cabellos son elementos que pueden afectar a nuestros ojos.