Estamos expuestos a secuelas tanto físicas como mentales tras largas semanas de confinamiento para contribuir en su propagación.
Los meses de confinamiento han derivado en ciertas afecciones y problemas como sarcopenia, sequedad ocular, falta de vitamina D y heridas mentales.
La mala alimentación y el sedentarismo son unos de los principales riesgos para nuestra salud. Tal y como explica la especialista en medicina interna de Vithas Internacional, Daniela Silva, una alimentación alta en productos procesados, altos en sodio, puede empeorar el control de la tensión arterial en pacientes hipertensos. Y aún hay más. Como indica la especialista, «una alimentación pobre en frutas, verduras y legumbres y poca actividad física puede poner en riesgo nuestra salud digestiva, aumentando el riesgo de estreñimiento y digestiones pesadas». Por otro lado, pueden agravarse patologías previas. «Con patología lumbar dependiente y artrosis de base pueden experimentar recaídas o empeoramiento en sus dolores articulares», asevera.
Sin masa muscular
Las personas mayores y más frágiles son especialmente vulnerables a la falta de actividad física. Como indica la especialista, pueden estar expuestas a un riesgo de desacondicionamiento físico y sarcopenia (pérdida patológica de la masa muscular) que pueden ser difíciles de recuperar. Así lo explica Silva: «Es importante que estas personas tengan una dieta con un adecuado consumo de proteína que ayude a mantener la masa muscular,como también procurar hacer cambios de posición como mínimo cada dos horas y dar paseos dentro de casa». Ejercitarse es bueno para el cuerpo, pero no podemos subsanar cualquier abuso en la dieta mediante la actividad física. «Es muy importante mantenernos activos, pero la nutrición es el pilar fundamental de nuestra salud», señala la doctora Daniela Silva. A su vez, la calidad de nuestra alimentación no solo es importante por nuestro peso. «Puede ser la responsable de desencadenar intolerancias alimentarias, problemas articulares, exacerbar condiciones autoinmunes, disparar problemas metabólicos, entre muchos otros».
Falta de vitamina D
Otro punto muy importante es el riesgo de un déficit de vitamina D. La vitamina D se crea en nuestro cuerpo a partir de la exposición al sol. El problema es que, como advierte la especialista, es imposible suplir los requerimientos diarios de vitamina D solo con nuestra dieta. «La evidencia demuestra que la vitamina D tiene un rol fundamental en el adecuado funcionamiento de nuestro sistema inmune. Además, estudios recientes sugieren que unos adecuados niveles de vitamina D y una adecuada suplementación podrían mejorar el curso clínico de pacientes con Covid-19», declara Daniela Silva.
Sequedad ocular
El consumo de plataformas de series o perderse en mundos virtuales a través de los videojuegos ha supuesto un auténtico bálsamo para algunos de nosotros en estos días tan difíciles. Pero pasar demasiadas horas pegados a una pantalla también tiene sus riesgos. Concretamente, el síndrome de fatiga visual. Este síndrome consiste en la resequedad y el cansancio ocular. «Para esto se recomienda hacer breves descansos de las pantallas varias veces en el día, parpadear con frecuencia para estimular la lubricación natural e incluso el uso de lubricantes oculares con ácido hialurónico. Esto último debe consultarse primero con el médico», según explica la especialista de Vithas Internacional. Para prevenir todo este tipo de problemas, la doctora recomienda que enfoquemos nuestros esfuerzos en optimizar nuestros hábitos y la alimentación. «Si no sabemos cómo hacerlo podemos consultar con un experto en nutrición que nos ayude. Por último, recordemos preguntarle a nuestro médico sobre la necesidad de suplementarnos con vitamina D», afirma la doctora. En caso de padecer algún tipo de enfermedad crónica de base, aconseja contactar con nuestro médico de cabecera para un control.
Heridas mentales
Si el cuerpo sufre, la mente también. El coronavirus ha puesto nuestro mundo patasarriba. Teletrabajo o despido. Perder a un familiar sin poder despedirse. La nueva realidad no está siendo fácil para nadie. Nuestra mente debe lidiar ahora con el miedo al contagio y la incertidumbre de no saber cuándo acabará esta pesadilla. Según indica la vicesecretaria del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, Timanfaya Hernández, «vamos a ver una mayor situación de personas que presenten algunos síntomas ansiosos y un mayor número de pensamientos recurrentes en cuanto a la idea de contagio o miedo». Aunque remarca que esto no significa que vayamos a desarrollar grandes trastornos. Las personas más vulnerables van a ser aquellas que hayan estado más cerca de la enfermedad. Como aquellos que han perdido a personas queridas o el propio personal sanitario. «Las personas que ya tuviesen algún tipo de patología mental pueden sufrir una reagudización de síntomas, como trastornos de ansiedad y un aumento de esos síntomas de pensamientos de compulsión de limpieza», explica.
Fuente: ABC