Varios estudios han confirmado que las mascarillas sí ayudan a reducir la propagación del coronavirus, y en la segunda mitad del 2020 este sigue siendo un accesorio infaltable a la hora de salir a hacer las compras, o ir al trabajo.
El distanciamiento social sigue vigente en buena parte del mundo, pero conforme se vayan aliviando las restricciones, las mascarillas se harán mucho más necesarias, sobre todo en entornos cerrados como las oficinas.
Sin embargo, su uso no es necesariamente inofensivo. Se han reportado varios casos de sequedad e incomodidad ocular asociados a su uso frecuente, lo que ha llamado la atención de los médicos. En el siguiente artículo introduciremos una condición llamada ojo seco asociado a mascarillas y proporcionaremos algunos consejos útiles para evitarlo o solventarlo.
Ojo seco asociado a las mascarillas (MADE)
El ojo seco asociado a la mascarillas (MADE, por sus siglas en inglés) es una condición observada durante la pandemia de COVID-19 y descrita por primera vez por un oftalmólogo en el mes de junio.
Desde entonces, se han incrementado los informes, lo que motivó una revisión profunda para comprenderla mejor. Principalmente porque las personas con MADE informan que los síntomas empeoran, un hecho problemático sobre todo para aquellos que tienen que leer o usar dispositivos con pantallas durante largo tiempo.
¿Por qué ocurre las mascarillas causan sequedad en los ojos?
La superficie del ojo está cubierta con una película lagrimal, una capa líquida equivalente a una parte de una sola gota de agua, que a pesar de mínima, tiene una estructura y composición muy compleja.
La película lagrimal se encarga de lubricar la superficie del ojo, lo que permite que los párpados se desplacen suave y cómodamente en cada abrir y cerrar de ojos. Cuando este líquido presenta algún desequilibrio, entonces se produce la enfermedad del ojo seco.
Los desequilibrios pueden ocurrir por muchas razones, como condiciones de salud sistémica y ocular, la edad, el sexo o el uso de ciertos medicamentos. Asimismo, la mala calidad del aire interior y la contaminación atmosférica; y no podemos dejar de mencionar un factor introducido en las últimas décadas, que es el uso masivo de dispositivos digitales.
Un ejemplo en el que la ventilación puede jugar un papel crucial lo tenemos en las oficinas con aire acondicionado o los ventiladores de automóviles, que pueden rápida y significativamente la superficie del ojo y desequilibrar la película lagrimal.
Mascarillas fomentan la sequedad ocular
Pero en el contexto de una pandemia que ha obligado a los humanos a cubrirse las vías respiratorias, las mascarillas figuran como un factor de riesgo digno de atención para prevenir los ojos secos.
Las mascarillas reducen significativamente la propagación del aire desde la boca y la nariz, pero una vez que lo exhalamos, este probablemente siga una ruta hacia arriba. Así nuestros ojos están expuestos a nuevas corrientes de aire que favorecen la evaporación de la película lagrimal.
¿Quiénes pueden verse afectados?
Es probable que los primeros en notar esta diferencia con el uso de mascarillas fueran las personas que usan anteojos, lentes de contacto o que ya padecieran algún tipo de afección ocultar. Pero también están los ancianos, que generalmente tienen menos lágrimas.
Aquellas personas que pasan mucho tiempo en lugares con aire acondicionado y deben usar mascarillas. Más aún aquellos que deben usar dispositivos digitales con mascarillas, sobre todo con el teletrabajo tan extendido con la pandemia.
Fuente: Teckcrispy