Hoy tener dispositivos electrónicos es cada vez más accesible. Es por esto que los celulares, televisores, computadores y hasta consolas son infaltables en el hogar.
Quienes se ven más perjudicados son los niños, ya que están en pleno crecimiento y sus ojos aún no están 100% formados internamente.
Por esto, es clave mantener un chequeo constante desde que son pequeños, porque si los ojos no envían imágenes claras al cerebro, la visión se podría ver afectada de forma irreversible.
Si detectas estos problemas a tiempo, el niño podría ser tratado sin tener ninguna secuela en un futuro.
Según la Academia Americana de Oftalmología y la Asociación Americana de Oftalmología Pediátrica y Estrabismo, la edad ideal para llevar a un niño al especialista es al nacer y durante la infancia.
Además, recomiendan exámenes según sus edades:
Neonatos: Se debe realizar una prueba de reflejo de ojo. Esto te permitirá saber si los ojos están normales. Si el bebé es prematuro, si tiene problemas médicos debido a otras causas o si tiene historial familiar respecto a la mala visión, es importante que se realice exámenes más específicos.
Bebés: A los 6 meses y al cumplir el año de edad, se debe realizar una segunda evaluación con especialista.
Preescolares: Entre los 3 y 3 años y medio deben realizarle una evaluación de la visión y la alineación ocular. Esto ayudará a saber si está en condiciones de poder enfocar de lejos, a media distancia o de cerca.
Edad escolar: Si sospechas que tu hijo tiene un problema, llévalo al oftalmólogo inmediatamente (aquí es más fácil darse cuenta debido a que usar constantemente la pizarra). El error refractivo más común en este grupo etáreo es la miopía. Ésta se arregla con anteojos.