Uno de cada 3 adultos padece de hipertensión en el mundo de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de una patología que se explica, según la OMS, porque “cada vez que el corazón late, bombea sangre a los vasos, que llevan la sangre a todas las partes del cuerpo. La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos (arterias) al ser bombeada por el corazón. Cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear”.
El oftalmólogo de la clínica Ultravisión, Andrés Palma, especificó a BioBioChile en entrevista realizada en 2019 que la hipertensión es sistémica y puede concluir en otras afecciones médicas: enfermedades al corazón, anomalías en los riñones, accidente cerebrovascular y problemas en los ojos.
Hipertensión y la vista
“Los daños más frecuentes a la vista se originan a través de una trombosis. No es lo peor, pero es lo más común. Se llaman trombosis venosas retinales“, detalló Palma, añadiendo que también pueden generarse oclusiones en arterias, pero que son menos comunes. “En ocasiones, por acción de la hipertensión, se obstruye el paso de la sangre (…) y al generarse eso, la vena simplemente no aguanta y se rompe, y ocasiona un sangrado dentro de la retina, la capa del globo ocular que recibe la luz y la transforma en impulsos nerviosos para que el cerebro las convierta en imágenes”, señaló.
“En algunos casos puede taparse sólo una venita, generando una trombosis de rama venosa retinal, que produce que se pierda la visión parcialmente. En otros casos se puede generar la obstrucción de la vena central de la retina y ahí los daños son más catastróficos”, dijo.
Si bien las trombosis son lo más frecuente, también puede ocurrir que “pacientes hipertensos crónicos severos, que no se tratan regularmente el padecimiento, generen exudados en la retina. Esto quiere decir que se liberan líquidos que originan un edema -hinchazón causado por la acumulación de éstos-, que concluye en problemas de visión”.
Palma detalló que lo más común es que los pacientes describan “sombras”, “manchitas negras”, “mosquitas” o “arañitas” flotando en el ambiente. “Eso, generalmente, tiene relación con el sangrado que hay dentro del ojo”, explicó.
La recomendación del experto es siempre estar atento a los cambios bruscos en la vista. “Si es de un día para otro, si el paciente dice ‘ayer veía bien y hoy no sé qué me pasa’, se podría pensar que se trata de algo a nivel vascular”, agregó.
Posibles tratamientos
Palma especificó que, aunque hay tratamientos, la recuperación visual “nunca va a ser completa, siempre habrán secuelas”.
Los tratamientos van dirigidos a evitar que aparezcan alteraciones secundarias a las oclusiones venosas. Y es que, según el especialista, “como la retina tiene menos sangre y menos oxígeno, el cuerpo empieza a generar nuevos vasos sanguíneos anormales para tratar de mejorar esa zona, pero son alterados, no funcionan”.
“Eso es lo que hay que evitar que aparezca, porque podrían terminar produciendo un glaucoma -debido a la alteración de la presión intraocular-. Los medicamentos que se utilizan se inyectan directamente dentro del ojo. Algunos pacientes pueden tener buena recuperación, sobre todo cuando se trata de oclusiones venosas”, detalló. No obstante, especificó que si el diagnóstico es una oclusión de arteria retinal, el panorama es más complicado.
“Por eso es importante el tiempo. No es lo mismo que un paciente me diga ‘hace dos meses no veo bien de un ojo a que me diga que ayer empecé a ver alterado’. Mientras antes se realice el tratamiento se van a evitar las lesiones que aparecen más tarde”, puntualizó.
Finalmente, aconsejó un “autocuidado” que implica una prueba de visión una vez al mes. “Lo importante es que el paciente tenga la conciencia de cómo ve con cada ojo. Taparse un ojo y luego el otro y ver en qué condición está, es simple”, puntualizó.