Los problemas visuales más comunes vinculados con la edad son la presbicia y las cataratas. La vista cansada o presbicia se produce como consecuencia del envejecimiento del cristalino del ojo, un lente natural que nos ayuda a enfocar los objetos. Con el tiempo, esta parte del ojo se vuelve más rígida lo que repercute en su capacidad de enfoque, que se ve alterada y en general disminuye.
A medida que nos hacemos mayores el ojo sufre una serie de transformaciones. Tenemos más problemas para leer de cerca o enfocar objetos que se encuentran próximos, a menos de un metro. Además, si hacemos un esfuerzo continuo a lo largo del día para tratar de enfocar los objetos, al final podemos tener otros síntomas como dolor de cabeza o fatiga o cansancio visual.
El tamaño de la pupila se reduce a consecuencia del envejecimiento, porque los músculos que la controlan se debilitan. La reacción a la luz se ve mermada también por este motivo. La visión de los colores y la sensibilidad también se alteran, de modo que las tonalidades se ven con menos intensidad y brillo.
Finalmente, ocurren otra serie de cambios como: el iris adquiere un tono más azulado, la córnea disminuye su transparencia por los cambios metabólicos. El cristalino se vuelve más opaco y amarillento. El vítreo también puede presentar opacidades que se perciben en el campo visual superior y la retina también puede sufrir cambios importantes. Por ello, se recomienda hacer revisiones en el oftalmólogo con cierta regularidad